miércoles, 29 de junio de 2011

LXXXVII

Él, que la sangre le hervía con las injusticias, se dedicaba desde su humilde trinchera a tratar de mejorar el mundo. Ella, que se armaba de enterezas y esplendores para defender su esencia, se dedicaba desde su alcoba a enamorarlo. Y así, pasaban los días. Hasta que por fin amanecerían juntos.

viernes, 24 de junio de 2011

UN ABRAZO

Dentro de mí, acurrucado en una pleamar de ruinas humedecidas, alguien espera.

Tiene el pelo encrespado de pájaros, las manos enmadejadas de canicas y los pies desnudos de mapas.
Está envuelto en una frazada de musgos y cenizas. Tirita huérfano de estrellas.

Está ahí porque no entiende de relojes tenaces, ni de rutinas enlutadas, ni de tréboles amargos.
Sólo sabe de ciruelas y mariposas.

Aunque Él custodia celosamente luciérnagas, pulpas y campanas
a su lado se acumulan bocanadas de lirios abatidos y vahos de sueños amedrentados.

Mira a su alrededor.

Todos le exigen que engulla joyas y calendarios
que transpire anteojos y oficinas
que mude de dientes y huesos
para ser un hombre.

Pero Él no los entiende
y mejor decide esconderse.

Porque
Él es tan sólo un niño
que, aunque nadie se lo ha prometido,
espera silente
por un abrazo de Ella.

miércoles, 22 de junio de 2011

LXXXVI

Esta vez se decidió. Se agazapó y la miró a lo lejos. Al verla cerca, saltó sobre ella y le ordenó: “Alto ahí, ¿tus labios o mi vida?”

lunes, 20 de junio de 2011

FRAGMENTOS DE UNA NOVELA INCONCLUSA II

Ya no existía espacio para la duda. Ella ya se había convertido en su fuerza motriz, en su medida de placer, en un fósforo para su cuerpo.

Él la leía y se entusiasmaba, la veía y se excitaba, decía su nombre y se rehacía.
Eran los ojos de Ella fauces de esplendor, eran sus labios trampas del tiempo, era su cuerpo un reto a la exquisitez.
Un augurio de paraíso.
Un resquicio de júbilo.
Un vicio redentor.
Una amenaza a los sentidos.
Ella se parecía a la palabra embeleso.
Él la creía a Ella fragante, cálida, habitable. Ella lo hacía a Él ávido de su aroma, hambriento de sus gestos y antojadizo de sus suspiros.

Y Él la deseaba tanto que la distancia le dolía.

Por eso cerraba los ojos y la sentía cerca. Apretaba los labios y los depositaba en la curvatura de su cuello. Oprimía los puños y sus manos se enredan en la cascada de su cabello, se deslizan suavemente por su nuca, navegan por el mar de su piel blandiendo su cintura y acercando sus caderas al cuerpo palpitante de Él.
Se ponía un dedo los labios y le devoraba la boca.
Se tocaba el pecho y se estremecía al sentirle los pezones.
Colocaba su mano en su montículo íntimo y era capaz de entrar, suave pero decididamente en Ella.

Abría los ojos y, a pesar de su soledad, sonreía.
Él estaba seguro de que algún día, tarde o temprano, amanecería a su lado.

jueves, 16 de junio de 2011

OCTAVA LEY DE SUSPIROS DEL ESPANTAPÁJAROS

Los deseos se revelan en el cuarto oscuro de la noche.

miércoles, 15 de junio de 2011

LXXXV

Arrellanado en el alféizar de su ventana, despojado de premuras y responsabilidades, miró absorto lo que la primavera le había hecho a los tulipanes.
Sin darse cuenta, suspiró.
Y se soñó floreciendo en las manos de Ella.

viernes, 10 de junio de 2011

BAILAR PEGADOS

Los ojos de Ella se lo sugerían a gritos.
Él caminó hacia Ella sintiendo florecer lirios en su vientre.
Llegó.
Sonrió.
Y omitió palabras. Él sabía que hay ocasiones, momentos fragantes y enlunados, que todo lo que hay que decir debe decirse en silencio. Con el lenguaje de las palpitaciones.
La tomó del talle y entrelazó suavemente los dedos de su mano izquierda en los de la mano derecha de Ella.
Acercó su pelvis a las caderas de Ella con la misma delicadeza con la que la espuma del mar se condensa en la arena: sabiendo que ese es su destino.
Su pecho sintió el júbilo exuberante de los pechos erizados de Ella.
Se miraron con destellos azulados para preñar de suspiros sus pestañas.
Los labios se les empapaban de ansiedades.
Las manos les sudaban vísperas.
La piel estaba humedecida de su cercanía.
Y entonces, comenzaron a bailar.

No supieron de ritmo o compás. Sólo de armonía y comunión. De magia.
Tejieron olas en el aire.
Compusieron himnos con los pies.
Escribieron filosofías de estremecimiento.
Se respiraron,
Se cobijaron,
Se ahuyentaron del mundo.
Bailaron pegados.

Así, toda la noche,
hasta que Él cerró los ojos para dormir
sin soltar de sus manos la fotografía de Ella.

miércoles, 8 de junio de 2011

ANUNCIOS CLASIFICADOS 2

Tiene ojos de sendero, labios de porvenir y manos de vergel. Sus palabras guarecen suspiros. Su nombre invoca alegrías. Aún distante, aún lejana, aún en silencio, desnuda, acaricia y excita.
Si la ven, díganle que me extravié en su recuerdo.

lunes, 6 de junio de 2011

DESPEDIDA A LA MELANCOLÍA

Llegó sin saludar y está partiendo sin despedirse.
Me mira con indulgencia, da la espalda y camina lánguidamente;
impasible.
Lleva entre sus garras cenizas de mis fragores,
escombros de mis suspiros,
restos de mis entrañas aún trémulas.
Un hilito de mi sangre le mana de sus labios.
Yago en un rincón sombrío, con las manos rodeando mis rodillas y la cabeza hundida,
desarmado de cóleras,
desvestido de crepúsculos,
despojado de primaveras,
desguarnecido de constelaciones
desollado de alas.
Pero la miro alejarse y le sonrío victoriosamente
con la sonrisa de quien sabe
que volverá a ser derrotado por Ella.

E.

domingo, 5 de junio de 2011

SÉPTIMA LEY DE SUSPIROS DEL ESPANTAPÁJAROS

Puede contrariarse o hasta entristecerse cuando estás residiendo en la isla de la melancolía pero si Ella te abraza, en lugar de huir o alejarte, es señal inequívoca de que el amor se asoma.

viernes, 3 de junio de 2011

LXXXIV

A Él le resultaba curioso que Ella dijera “nuestra historia”. Para Él, su nosotros era un poema.

LXXXIII

En el cuarto oscuro de la noche pudo develar por fin aquel designio que su alma ya le venía susurrando hace años: “A veces, las alegrías pasadas toman venganza en el presente”. Y por fin pudo llorar.

miércoles, 1 de junio de 2011

LXXXII

Hubo tardes en las que Él la miraba a Ella como quien reconoce a Dios. Por eso, años después, Él era perfectamente capaz de cerrar los ojos y volverla a mirar.