sábado, 24 de diciembre de 2016

ASTILLAS


Frío. Penumbra. Silencio.

Crecen pétalos marchitos en los dedos.
Pasos que trajinan por el insomnio de las cartas.
Anhelos se suicidan desde el precipicio de los ojos.

Palabras titubeantes, indecisas de ser guaridas o desiertos.
Ternuras huérfanas que se vuelven susurros sin alas.
Suspiros desvelados para acariciar a las alboradas.

En ocasiones, la víspera es una soledad hecha añicos.

domingo, 6 de noviembre de 2016

CREYENTE

El tiempo se empeña en desencantarme pero yo persisto en seguir esperándola.
El auténtico creyente se revela precisamente cuando todo se le opone a su credo. Y yo sigo creyendo.
Quiero seguir creyendo.
Merezco seguir creyendo.
Necesito seguir creyendo.

Creo, no sólo por obsesión o necedad, sino por un razonamiento poético: se encontró a través de mí. Y ello jamás se olvida.
Pero, sobre todo, creo porque está en mi naturaleza.

Desayuno anhelos y meriendo melancolías. Sonrío con labios húmedos y lloro con lágrimas secas. Pero también transpiro alborozos, beso profusamente con los ojos y saboreo desbocadamente la pulpa de cada quizás. Tengo una jauría en el pecho, un augurio en la mirada y una pleamar en mis labios.
Por eso, no puedo aceptar los trofeos de la monotonía, los himnos de la costumbre ni la dictadura de las agendas. No me sale sobrellevar la domesticación Y a conformarme con cualquiera.

Yo resisto el desasosiego de su silencio.
Yo desuello el fulgor de sus letras.
Yo sostengo el oleaje de mi anhelo.
Yo desvelo el aroma de su llegada.
Yo proclamo su eternidad.
Porque
Yo sigo creyendo en Ella.

domingo, 17 de abril de 2016

MI REGALO

No sé si lo sabes, pero cada que recibo una foto tuya, te saboreó hasta la saciedad. Tus ojos, tu boca, tus pechos, tus caderas.
Mis ojos no cesan de paladear tus hermosos senos de pomelo apulpadamente avellanado. Deliciosos, jugosos, trémulos.

Y me dan ganas de tenerte cerca. De suspirarte para llenar mis pulmones con tu fragancia de hembra.

De sentir una estocada en mi vientre por tu cercanía y dejar que mi pene brote urgente, bollante, duro, palpitante.

Que me sientas sediento de tu feminidad.

Que mi mirada retumbre en tu piel, te cimbre los muslos, se te meta en el vientre y te haga imprescindible, como el aire y el agua, tenerme dentro.

Imagino entonces acercarme a ti. Asirme de tu talle y sentir en mi pelvis la suculenta calidez de tus caderas. Que percibas entre tus piernas lo que brama por ti.

Mirarte a los ojos, pegarte a mi pecho.

Probar tu boca de fresa. Chupar la crema de tus dientes, saborear el azúcar de tu lengua.

Que mis manos te vayan desnudando poco a poco.

Sentir cómo tu respiración se agita, como tu piel se sobresalta, cómo te desfloras para recibirme y dejar brotar tu aguamiel. Comprobarlo con mis dedos embadurnándose con tu líquido humeante.

Dejar que mi boca vaya navegando por tus pechos, tu vientre, tus caderas; te muerda apetitosamente los muslos y llegue a tu vulva agrosellada. Dejar que mi lengua rugosa deshoje despacio tus filamentos y beba desaforadamente tu miel hasta que explotes de éxtasis y me pidas que te penetre sin contemplaciones.

Dejar que mi virilidad juguetee con tus hebras y entre pausada pero decididamente en ti. Que experimentes horcajadas al sentir como me voy abriendo paso dentro de ti, como te voy copando, como entro hasta el fondo y te hago vibrar todos los átomos de tu cuerpo.

Oscilar, balancearme, revolotear. Embestirte.

De lado, de pie, en una cama, en un sofá, en una ducha.

Por la mañana, por la tarde, por la noche.
Hasta que sepas, por fin, lo que es sentirte plenamente amada.

Gracias por mi regalo, hermosa.

lunes, 25 de enero de 2016

Cadi 2016

Elegía de lo innombrable pero inagotable.
Desazón de un nombre que se desgrana en labios silentes.
Convalecencia de recuerdos que borbotean en la piel
Como caricias
Como sudores
Como promesas.

Evocarte.
Con tu nombre, con tu sabor y con lo que aún, después tanto, todavía anhelo.

La eternidad es la distancia efímera que media entre tu partida
y la espera por volver a estar dentro de ti.