-Mamor
-…
-¡Oughhhhhrrrr!
-…
-Motxita,
¿estás bien?
-… ¿Eh?, sí, sí, ¿por qué me lo preguntas Pa’?
-Porque te acabo de hacer la cara chicle y no te
reíste.
-Ah, bueno Pa’.
-A ver flaquita, a ti te pasa algo.
-No, Pa’, no me pasa nada, estoy bien.
-Corazón: no te reíste con la cara de chicle, tus
ojitos están como nublados y tu carita no tiene su luz de las mañanas. Te
conozco, a ti te preocupa algo.
-…
-Tú estás preocupada por algo. Y no creo que sea lo de
la multa por no haber entregado el libro en la biblioteca, porque eso ya lo
hablamos. Ni tampoco creo que sea lo de tu examen de mate o que tu amiga Karo
no ha ido a la escuela. ¿Me vas a decir qué es lo que te preocupa, cielo?
-… No quiero decirlo, Pa’.
-De acuerdo, Mamor.
Tú sabes que yo respeto cuando no quieres compartir algo, cuando quieres tener
tus propios secretos o cuando simplemente crees que es el momento de los
silencios.
-Sí, Pa’.
-Pero también debes recordar que yo te amo. Y que eso
significa que siempre, siempre, siempre estaré cuando tú me necesites. Que si
tienes problemas, dudas o miedos, tú puedes recurrir a mí. A lo mejor no te
resuelvo el problema, no te doy una buena respuesta o no te quito tu temor,
pero que yo siempre te escucharé, te ayudaré a buscar lo que te haga falta y te
abrazaré. ¿Lo sabes, verdad Motxita?
-Sí, Pa’, lo sé.
-Bueno mi amor.
-…
-…
-…
-…
-¿Papito?
-¿Sí, mi amor?
-Es que no sé qué me pasa.
-¿No sabes lo que te pasa?
-No.
-Bueno, vamos a ver si lo podemos saber juntos. ¿Cómo
te sientes?
-Mhhh, pues como muy rara.
-¿Rara?
-Bueno, creo que más bien triste.
-¿Triste?
-Sí, así como si toda la neblina que hay ahora por las
lluvias estuviese toda dentro de mí.
-Mh, ya veo. ¿Y tienes idea de por qué te sientes así?
¿De dónde provienen esas lluvias que han llenado de frío y gris a tu
corazoncito?
-Sí, Pa’, creo que lo sé.
-Ah, pues entonces vamos muy bien para ir sabiendo lo
que te pasa. ¿Qué te hace sentir rara, triste y con neblina?
-¿Te acuerdas que la semana pasada te platiqué que me
gusta otro niño?
-Sí, mi amor, Giossue.
-¡Sí, él!
-¿Entonces, qué pasa con Giossue?, ¿te hizo o te dijo
algo que te hiciese sentir incómoda?
-No, Papito, no me dijo nada feo ni se portó mal
conmigo.
-Ah que bueno, ¿entonces qué pasa? Cuéntame, Pequeñita.
-¡Uffff! Es que son muchas cosas, Pa’.
-No te preocupes, Motxita,
aún nos faltan minutos para llegar a la escuela. Y cuando lleguemos, aún
tendremos como diez minutos más antes de que sea el retardo. No hay prisa,
tómate tu tiempo.
-Bueno Pa’. Lo que pasa es que cuando veo a Giossue y
cuando lo tengo cerca me siento requeté nerviosa. Siento hormiguitas en mi
pancita y siento mis pies como si tuviesen ganas de correr muy rápido.
-¿Aja?
-Y también como que mi boca estuviese sellada. Y mi
carita se pone seria. Y ya no sé qué decir. Y mis manos se descontrolan. Y mi
corazón brinca muy pero muy rápido. Y es como si una parte de mí se
desapareciera y no sé dónde encontrarla.
-Ayyy mi amor, ¿en serio te sientes así?
-Sí, Pa’. Karo dice que es porque estoy enamorada.
-¡¿En serio eso te dice Karo?!
-Sí, pero yo no sé si estoy enamorada. Papito, ¿qué es
estar enamorada?
-¡Uyyy mi cielo, vaya pregunta, ehh!
-¿Es muy difícil, Pa’?
-Sí, es una de las preguntas más difíciles de
responder. Sobre todo, porque cada persona tiene su propia respuesta. Porque
cada hombre y mujer en el mundo lo viven de forma diferente.
-¿Entonces no se sabe lo que es estar enamorado?
-Mejor dicho: cada persona lo sabe a su manera.
-¿Y yo cómo sabré cuando esté enamorada?
-Tu corazón te lo va a decir, Pequeñita.
-¿Mi corazón?
-Sí, tu corazón. Él te lo dirá de diversas formas. Él
te lo hará saber porque, cuando menos lo esperes, todos tus sentidos se juntarán
para que no dejes de recordar a la persona de la que estás enamorada. Y
sentirás que sólo existes para esa persona. Y la escucharás en todos los
vientos y la verás en todas las flores. Y creerás que la luna se asoma tan sólo
para que le hables de esa persona. Y entonces, sabrás por fin que estás
enamorada, porque ya no podrás pensarte más que al lado de esa persona.
-¡Ayyy Papito, creo que siento mucho de lo que me
dijiste!
-Entonces deberías sentirte muy feliz, Pequeñita. Un
sentimiento así es un regalo de la vida, y como regalo tienes que emocionarte
al recibirlo, disfrutarlo en las manos, abrirlo con alegría y saborearlo todos
los días.
-Sí, Pa’.
-¿Entonces por qué te sientes triste?
-Porque no sé cómo acercarme a Giossue y decírselo.
-¿Por eso dices que sientes neblina en tu corazoncito?
-Sí, Pa’, por eso.
-Ok. Mira Motxita,
¿ves esa neblina que está en la montaña y la cubre? Allá a lo lejos.
-Sí, Pa’, lo veo.
-Te voy a contar algo.
-Sí.
-Resulta que esa montaña es muy, muy especial. Es una
montaña que sueña y suspira. Y desde hace mucho tiempo, esa montaña miraba al
cielo, y lo miraba con mucha ilusión, y le sonreía al sol, a la luna y a las
estrellas. Pero nadie le hacía caso. Hasta que un día, una nube le devolvió la
sonrisa. Entonces, la montaña reverdeció de alegría. Y no dejó de sonreírle a
la nube, de contarle todos sus secretos, de enviarle suspiros y anhelos. Y sólo
le pidió un deseo a la vida: poder abrazar a su nube.
-¡Pobrecita montaña!
-Y la montaña lo deseo tanto, tanto, tanto que sólo
vivía para poder abrazar a la nube. Pero no podía hacerlo. Pasaban los días,
las semanas y los meses, y no podía abrazar a su querida nube. Se desesperó, su
verdor se volvió café, perdió hojas y árboles de tristeza. Hasta que un día se
tranquilizó y se dijo: “no volveré a sufrir por esto que siento. Porque esto
que siento es tan hermoso que no merece convertirse en sufrimiento”. Y volvió a
sonreírle a la nube, a contarle todo lo que hacía durante sus días y lo que
soñaba por las noches, y a decirle que lo único que deseaba era poder
abrazarla. Pero ya sin desesperarse.
-¿Y qué pasó, Pa’?
-Pues que esta mañana, al despertar, la montaña se
encontró que la nube se había convertido en neblina tan sólo para poder
abrazarla. La montaña supo esperar. Y se cumplió su anhelo. ¡Mírala, está muy
contenta abrazando a su nube!
-¡Qué bonita historia, Papito!
-Sí, mi amor. Hay que disfrutar lo que sentimos y
aprender a esperar.
-Gracias, Papito.
-De nada, Mamor.
-…
-Pequeñita, ve agarrando tu mochila que ya estamos por
llegar a la escuela.
-¿Papito?
-¿Qué, cielo?
-Blughhh, Blughhh, Blughhh
-¿Qué fue eso, Pequeñita?
-Ayyy, Pa’, ¿no lo viste? Fue mi cara de moco.
-Jajajaja. Te amo, mi cielo.