Frío. Penumbra. Silencio.
Crecen pétalos marchitos en los dedos.
Pasos que trajinan por el insomnio de las cartas.
Anhelos se suicidan desde el precipicio de los ojos.
Palabras titubeantes, indecisas de ser guaridas o desiertos.
Ternuras huérfanas que se vuelven susurros sin alas.
Suspiros desvelados para acariciar a las alboradas.
En ocasiones, la víspera es una soledad hecha añicos.