sábado, 7 de mayo de 2011

LXXVII

Rodeado de gente pero a solas consigo mismo, exactamente una semana después de haber naufragado en la isla de Ella, la sonrisa de topacio en el alma y las lágrimas de ámbar en el cuerpo le revelaron que enamorarse es soñar con cascadas en mitad de un árido desierto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te llevo tan dentro mio que ni la distancia, ni el tiempo, pueden borrar tus huellas de mi piel.

Solo se que te necesito y espero.
Como es posible que seas tanto en mi.

Emilio dijo...

Corazón: la añoranza es una espiga que se expande como enredadera en el cuerpo gracias a la brisa de las distancias. He ahí el lenguaje de las almas que se reconocen, aunque el corazón se deshaga en traducir los verbos imperfectos.