Confesiones y fantasías de un treintañero amante de la poética corporal y la erótica verbal.
viernes, 15 de julio de 2011
LXXXIX
Ella lo leía agazapada, en silencio y cubierta de suspiros. Él no lo sabía pero estaba seguro que con un “no te vayas”, un “déjame conocerte” o un “aquí sigo”, ese Oasis hubiese germinado en un paraíso.
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