“No, corazón, nunca podría despreciarlo.
Es sólo que hay épocas en los que las premuras cotidianas embisten mis días iracundamente.
Y, limitado como suelo ser, aplazo lo trascendente para enfrentar lo urgente. Pero
al estar otra vez a solas, irremediablemente vuelvo a oxigenarme de suspiros.
Por eso nunca podría desatenderlo.
Porque aunque no estuve ahí, sé que
ese día fue milagroso.
Nadie me lo ha contado.
Pero no lo necesito.
Estoy seguro que fue así.
Que las cigüeñas se lo contaron a las
golondrinas, que las golondrinas se lo compartieron a los jilgueros, que los
jilgueros se lo dijeron a los ruiseñores. Y la noticia se propagó por todo el
mundo.
Que tú esperabas en tu cálido refugio,
ansiosa, expectante, esperanzada. Escuchando murmullos, sintiendo latidos,
palpando vísperas.
Y entonces recibiste las promesas:
Que la tierra te daría campos para
alimentarte y pies para hermanarte con ellos.
Que el sol siempre –siempre, siempre-
alumbraría tu cielo, sobre todo después de los días grises.
Que la luna te miraría por la ventana
y te sonreiría resplandeciente, aunque tú no le devolvieses la sonrisa.
Que los árboles beberían de las
ráfagas del sol para alimentarte de oxígeno.
Que invariablemente, a pesar de todo,
nunca dejaría de haber un mañana.
Así que ese martes florido decidiste
salir de tu refugio para ser abrazada, besada y amada por la tierra y por
quienes la habitan.
Y así fue como inició el camino que
te llevó, por única vez y para siempre, a mí.
Por eso, nunca podría relegarlo.
Recuerde,
o no, que ese milagro ocurrió un 28 de septiembre.
Nunca
será tarde para susurrarle al viento que te prodigue los colores, las caricias
y las canciones que necesitas para sentirte dichosa, un año más.
E.”
2 comentarios:
Tus palabras son de esas que acarician a distancia, que revisten sueños, que oxigenan esperanzas.
De esas que uno sueña con recibir el día de su cumpleaños, de esas que hacen ese día especial y único.
Lo que pasa es que no lo son.
Ya sé que se visten, suenan y andan como palabras pero no son palabras.
En realidad, son besos con alas y suspiros con raíces.
E.
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