jueves, 13 de noviembre de 2008

EL TIEMPO, GRAN ESCULTOR

Me fascinan las mujeres.

Pero debo confesar que hay un prototipo que me enloquece: las mujeres maduras (también denominadas MILF en inglés).

Y lo escribo ensalivando mi boca.

Aunque es posible que la mejor amante con la que me he encontrado fue una mujer 4 años menor que yo, he tenido la delicia de que el 90% de las siluetas que he recorrido con mi lengua han sido de mujeres con una edad superior a la mía (en alguna ocasión, hasta por 10 años de diferencia).

Verdaderamente, no lo puedo evitar. Ese tipo de mujeres me hacen hervir la sangre, estimular la imaginación, y engrosar mi sexo.

No sé las razones. Puede ser porque generalmente las mujeres maduras están engalanadas por el indeleble cosmético de la experiencia. O porque sólo ellas son capaces de remunerar con miradas imborrables los galanteos y las adulaciones que reciben. O porque su cuerpo es una escultura moldeada por el tiempo, el más sabio de los escultores. O porque ellas valoran con mayor éxtasis las caricias sugerentes y las pesquisas carnales. O porque su boca sabe a criterio y su piel a certidumbre. O porque su entrega no admite vacilaciones. O porque sus movimientos son certeros y sus gemidos embriagantes. O, lo mejor de todo, porque creen que ya no les cabe más placer en el cuerpo… y es ahí donde me excita pensar que puedo mostrarles cuan equivocadas están.

Pero sea el motivo que fuere, lo categóricamente indiscutible es que si hay una mujer madura frente de mí, pasando a mi lado, o en perspectiva, mi cuerpo es testigo de una combustión interna que me sacude el corazón y me humedece la ropa interior. Porque he comprobado en carne propia que, aunque parezca contradictorio, me rejuvenece oler, besar, acariciar, lamer, explorar, penetrar, empapar y yacer en el regazo de una mujer madura.

Sin duda: lo que el tiempo no erosiona, lo embellece.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mmmmmmmmmm... tal parece que te dirigieras a mí, forastero. No puedes imaginar la extensa gama de sensaciones que tus palabras provocan. Tal parece que desearas hacer que mi cuerpo arda por combustión propia... Continua! Mi pasión no tiene límites, arriesga un poco más...