martes, 11 de noviembre de 2008

CURSI Y ANTICUADO

Aunque sólo tengo 30 años, hay un mundo que cada vez más se abre paso y que me está dejando fuera de lo actual. Es el mundo de lo superficial y de lo extremo en el sexo, de esas expresiones que, más que atrevimientos, me parecen evasiones. O atentados a la dignidad.

Y no es que me considere un conservador, sino todo lo contrario, pero no me atraen en lo más mínimo ni ver a una mujer enfundada en un traje negro y enmascarada, ni mucho menos sodomizarla u orinarle encima.

La verdad es que no.
Prefiero (y me enciende el deseo sexual) afrontar el reto de recorrer un cuerpo femenino para ararle placer en sus poros cuidando en todo momento que la dueña de ese cuerpo se sienta cómoda.
Cruzar miradas. Conectar latidos y nervios. Sentir las manos sudadas. Percibir el calor de un cuerpo cercano. Oler su cabello. Roerle los labios. Aprisionar su pecho. Despojarla de las telas que me separan de su piel. Y de ahí, a empuñar el mejor armamento: mi cuerpo y mi imaginación.
Eso para mí siempre será una aventura extrema.

Lo confieso: soy de esos amantes que han puesto velas, música de jazz y pétalos de rosa en un lecho destinado a recibir a una mujer.

Lo acepto sin pudor alguno: Soy un cursi y un anticuado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

!Lástima que nos encontramos a destiempo! O no?
Quizá todavía esté a tiempo de disfrutar de un "cursi y anticuado" que inunde de rojos petalos de rosa, las sábanas donde hemos de yacer y abrazándome dulcemente bucee en mi interior, mientras musita en mi oído dulces palabras de amor al ritmo de un saxo tenor... ¿Eres real o tan solo un espejismo?

Emilio dijo...

José Saramago escribió que "por más que uno piense lo contrario, mientras se lo piense, uno siempre va a tiempo". Por eso, él es mi escritor favorito.
Soy tan real que, ya que estoy aquí, hago un par de confesiones más para documentar mi cursilería.
La primera, que no sólo he puesto velas, música de jazz y pétalos en un lecho. Sino que también he susurrado conatos de poemas a los oídos de algunas mujeres o les he recorrido la silueta y el sexo con una rosa. Es lo que me pasa cuando el deseo se me encumbra.
La segunda, que no a todas las mujeres les ha gustado. Al parecer, para su gusto, he sido demasiado sensible (o sea, muy cursi).
Es realmente cierto. El espejo no miente.

Anónimo dijo...

Pues es una verdadera lástima que "algunas" no aprecien el verdadero valor de la caricia de una rosa... sobre todo cuando esa rosa es movida por los hábiles y delicados dedos de un amante "cursi y anticuado".
Y sí, Saramago dice bien.