Confesiones y fantasías de un treintañero amante de la poética corporal y la erótica verbal.
martes, 12 de octubre de 2010
XI
Anhelaba, suspiraba, sonreía. A pesar de los tropezones, Nohelia seguía andando. Y esa era su gran virtud: no la ingenuidad, sino la alegre perseverancia.
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