No le importó el sigilo que se eternizaba en sus ojos. Así que sólo atinó a musitarle: “Y sin embargo, muero por ti”.
Confesiones y fantasías de un treintañero amante de la poética corporal y la erótica verbal.
domingo, 31 de octubre de 2010
XVII
Regresó a la que en un tiempo fue su habitación. Ahí seguían sus cosas pero parecía que habían encogido. O quizás sólo fuese la vida.
jueves, 28 de octubre de 2010
miércoles, 27 de octubre de 2010
martes, 26 de octubre de 2010
XIV
Sonrió con apenas una leve insinuación en los labios y un triste destello en los ojos. Comprendí que los dos estábamos derrotados.
lunes, 25 de octubre de 2010
XIII
Las sombras seducían a las paredes. El silencio cortejaba al viento. El tiempo pactaba una tregua con la muerte. Su piel estaba erizada.
miércoles, 13 de octubre de 2010
martes, 12 de octubre de 2010
XI
Anhelaba, suspiraba, sonreía. A pesar de los tropezones, Nohelia seguía andando. Y esa era su gran virtud: no la ingenuidad, sino la alegre perseverancia.
viernes, 8 de octubre de 2010
TESTIMONIO
Amar a una mujer es
ser prisionero de un paraíso perenne
atreverse a reescribir la historia a cuatro manos y dictando utopías
trasplantar el corazón en las rodillas.
Amar a una mujer es
dominar el arte de darse baños de soledad en público
apostar insensatamente por la libertad ajena
ganar la batalla del deseo en una solo piel.
Amar a una mujer es
arriesgarse a la desilusión por el relampagueo de todos los átomos de la existencia
moldear una substancia que anula
atarse a este mundo por la fuerza de gravedad de un cuerpo deseado.
Amar a una mujer es
descubrir que el cuerpo se ha expandido en unas manos ajenas
hallar el silencio más renovador e inquietante
habitar en los pliegues de la eternidad
Amar a una mujer
es
simple y sencillamente
aborrecer al machismo.
ser prisionero de un paraíso perenne
atreverse a reescribir la historia a cuatro manos y dictando utopías
trasplantar el corazón en las rodillas.
Amar a una mujer es
dominar el arte de darse baños de soledad en público
apostar insensatamente por la libertad ajena
ganar la batalla del deseo en una solo piel.
Amar a una mujer es
arriesgarse a la desilusión por el relampagueo de todos los átomos de la existencia
moldear una substancia que anula
atarse a este mundo por la fuerza de gravedad de un cuerpo deseado.
Amar a una mujer es
descubrir que el cuerpo se ha expandido en unas manos ajenas
hallar el silencio más renovador e inquietante
habitar en los pliegues de la eternidad
Amar a una mujer
es
simple y sencillamente
aborrecer al machismo.
jueves, 7 de octubre de 2010
miércoles, 6 de octubre de 2010
VIII
Leyó por ahí que no son los besos sino las cartas lo que une a las almas. Y entonces comenzó a escribirle.
lunes, 4 de octubre de 2010
domingo, 3 de octubre de 2010
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